Esta noche cuando salga a las ocho para aplaudir a nuestros sanitarios me pienso guardar también unos cuantos aplausos para dedicarles a los mensajeros que nos están trayendo las cosas a casa.
Están haciendo un gran esfuerzo para traernos esa batería para el portátil que nos saca de un apuro, o esas tijeras para arreglarnos el pelo que nos suben un poco la moral.
Y en nuestro caso concreto, nunca podremos agradecerles lo suficiente que sigan trabajando para entregar todos esos mensajes de ánimo y cariño que os estáis enviando estos días dentro de nuestras cajas verdes.
Notas escritas a mano que acompañan los montones de regalos que no dejáis de enviaros unos a otros para felicitaros los cumpleaños, los aniversarios o simplemente para recordar a esa persona especial que estáis ahí para ellos en la distancia.
Se han adaptado a todo lo que les hemos pedido. Si hay que ponerse guantes y mascarilla, se ponen. Si les pedimos que dejen el paquete en el suelo y no toquen ni el timbre, lo cumplen. Cuando les decimos que nos metan el paquete en el ascensor y no suban, lo hacen sin protestar. Saben que lo hacemos por nuestra seguridad, pero también por la suya.
Y si te cruzas con ellos podrás ver que lo hacen con la mejor de sus sonrisas. Qué no te despiste la mascarilla, tú mírales a los ojos y verás como están sonriendo.
A lo mejor sonríen porque saben que haciendo su trabajo de siempre, están ayudándonos a hacer el nuestro de ahora. Si, ese tan duro que consiste en quedarnos en casa para hacer que esto acabe pronto.
Aunque tal vez estén sonriendo porque por fin han podido demostrar que todo era verdad. Que cuando nos decían que habían pasado por casa y no estábamos, era cierto.
Desde luego los datos les apoyan: estas semanas están entregando prácticamente todo en menos de 24h y lo único que ha cambiado es que nosotros SI estamos en casa cuando llaman al timbre.
A ver si además de un aplauso vamos a deberles una disculpa…