Los Jawa son criaturas maravillosas. Pequeñas, monas, ligeramente malvadas y que dicen “hutini” una y otra vez. Y, además, tienen la capacidad de hacer rico (o, a menos, de darle una alegría) a su propietario en alguna ocasión rarísima. Que viva Star Wars.

Es el ejemplo del Jawa que tiene entre sus manos un coleccionista de Edmonon, Canada. Se llama Shane Turgeon, y es un profesional de esto: además de tener una tienda (nosotros también, y no nos ponemos chulitos) el tipo sabe mucho de lo que habla.

Así que cuando un amigo suyo, propietario de otra tienda similar, le llamó para que echara un vistazo a esta figurita que acababa de conseguir, a Shane se le hicieron los ojos chiribitas.

Y es que resutó que el Jawa este tan feo (porque ES feo, las cosas como son) vale una pasta gansa. Unos 30.000 dólares canadienses (unos 19.791 euros).

¿Por qué tanto dinero? Pues como suele pasar en estos casos, porque alguien la cagó. Se trata de una figurita normal y corriente de principios de 1978. La cosa es que alguien creyó que ponerle al pobre Jawa esa capa de plástico que me lleva era buena idea. Y no lo era: el pobre bicho se parece al de la película como un huevo a una castaña.

Pronto los fabricantes (una empresa canadiensa llamada Kenner) se dieron cuenta de su error y sacaron otra edición con una capa de tela bastante más realista. Y ahí quedaron los Jawas de la capa horrible, básicamente en las estanterías de no-vendidos o en la basura.

Cosas de la historia: ahora una figurita de aquéllas con capa de tela viene a costar unos 20 euros, mientras las de vinilo (extremadamente raras, sólo se conoce de la existencia de 5 ó 6) valen esa pasta. Si están en su caja, claro.

As que ya sabéis: nunca desechéis el valor de lo feo. Igual en 20 años os hacen ricos.

PD: La historia la hemos leído aquí, por si queréis más detalles

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