Ahí los tenéis, tan majos, tan monos, tan cabezones… y ya pueden hasta sacarse el carné. Funko (la madre de nuestros bienamados Funko Pop) cumple este 2018 nada menos que 20 añitos. Y parecen nuevos, ¿verdad?

Para celebrarlo, hemos pensado en dos cosas. La primera: una nueva edición de nuestro #FunkoTazaDay.  Que básicamente es un mamelucada que nos divierte muchísimo. A partir del día 11 del 11 a las 11 y 11, puedes conseguir un Funko y una taza por 11,11 euros. Hasta que pasen 48 horas o se nos acaben, que todo puede pasar.

Chollazo, chollazo pero con truco: NOSOTROS elegimos el Funko y la taza. Muahahaha. Aleatorio, y (de verdad) habitualmente genial. No le sacamos casi un real a esto, pero lo que nos reímos (nosotros al mandarlo y vosotros a recibirlo)… no tiene precio.

Eso era lo primero. Y lo segundo: hemos recopilado algunas curiosities sobre esto de los Funkos. Que todo el mundo tiene uno, pero a lo mejor no sabías esto.

• 20 añacos: Funko (que es el nombre de la empresa) nació en 1998 donde nace todo lo bueno en los USA: en el garaje. En concreto, el de la casa de Mike Becker, un diseñador de camisetas de un pueblo de Washington llamado Snohomish (nos encantan esos nombres)
• Big Boy: todo empezó porque Becker, que era coleccionista de frikadas él mismo, quería una figurita de ‘Big Boy’, la mascota de una cadena de hamburguesas que aquí no conoce ni el tato, pero que por allá debe ser megafamosa. El caso es que valían una fortuna, así que el tipo pensó: “Pues seguro que yo me las puedo hacer en China (con licencia, ojo) y venderlas mucho más baratas”. Y así fue.
• Austin Powers: Así que Becker fundó ‘Funko’, y se puso a vender figuritas, bubbleheads y cosas así. Le fue… meh. Digamos que tenía más figuritas almacenada en el garaje que en las tiendas. Hasta que un día, sin más, se le ocurrió llamar (sin conocer a nadie) a la productora First Line Cinema, a ver si tenían alguna licencia de figuritas que pudiera sacar. Y la tenían: en 1999 iba a estrenarse la secuela de Austin Powers. Becker la compró por 2.500 dólares, y lo petó: vendió más de 100.000 figuritas como ésta:
• El amigo golfista: Hacia 2005, la cosa iba bien, pero sin soñar en lo que iba a ser luego. Becker estaba ya un poco cansado de la fiesta, y se lo comentó a un tipo con el que solía jugar al golf, Brian Marotti. Que en realidad no sabía nada del negocio: había sido dueño de un bar de copas y cosas así. Pero sí tenía algo: era un coleccionista nivel pro. Tanto, que se pagó la entrada de su primera casa vendiendo su colección de expendedores de caramelos Pez. Marotti compró la empresa, expandió las líneas de muñecotes, y la empresa fue creciendo hasta que…
• DC y el vinilo: En el 2009, Marotti firmó un acuerdo con DC para producir una serie de muñecos en un estilo “mono”. Iban a ser de felpa, pero Marotti pensó que el vinilo le iría mejor a ese estilo de animación. Y nació el diseño: cabezas cuadradas con bordes redondeados, ojos redondos, nada de boca.
• Los odiaron: Funko llevó sus Funko Pop a la Comic-Con de San Diego (sí, la misma a la que van Sheldon y sus colegas). Y para que os fiéis de los frikis auténticos: no gustaron un pelo. Tanto, que la línea Pop se convirtió en algo así como un paria dentro de la empresa. Los muñecajos eso que no hay manera de vender.
• El despegue: Maroti insistió con los Pop, hasta que encontró el filón en las licencias de Juego de Tronos y de Walking Dead. Las ventas despegaron cuando los prota de las series empezaron a aparecer en redes sociales con sus muñequitos correspondientes. Lo demás es historia: 180 licencias activas, y millones de funkos por todo el mundo mundial
• La sede:  Sólo una cosa más. Cuando seamos mayores, queremos trabajar en un sitio así:
  

Bueno, en realidad La Frikilería se parece.

Un poco.

Sed buenos… (y feliz FunkoTazaDay)

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