Por allá por 2012, cuando ya estaba claro que esto del Universo Marvel en cine lo petaba (gracias, Iron Man) empezaron a enseñarnos imágenes de un tipo calvo y grande. Y de unos pedrolos brillantes y de colores, llamados “gemas del infinito”. Y empezaron a prepararnos, peli a peli, escena post crédito a escena post-crédito, para el día en que los planetas se alinearan, todos los superhéroes se reunieran y tuviera que jugarse el cuello (y algunos, ay, perderlo) en una mega-hiper-ultra-maxi batalla.

Y todo contra Thanos, un mega-malo que promete acabar no sólo con el mundo, sino con la realidad en si misma (sea lo que sea eso, dicho sea de paso).

Pues se acabó la espera. Ya. Llegó el momento: Avengers: Infinity War llega a los cines del mundo mundial.

De hecho, ya ha llegado. Como se ha estrenado por ahí en esos países lejanos (y en los USA, con una alfombra roja llena de gente despampanante) la web se ha convertido en un nido de spoilers y de criticas de críticos de esos que critican. Así que mucho ojo si queréis llegar vírgenes a la sala de cine.

Nosotros estamos, básicamente, con el corazón en un puño. Porque  sabemos que alguien va a palmar (pero como alguien nos diga quién antes de tiempo igual la palma él/ella) y porque un universo de 19 películas que nos ha dado un montón de momentazos en la última década puede cambiar para siempre después de esta película.

En fin, llegó el momento. Vamos pallá.

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